28/2/07

NOV ARTIS

 



 

 

 

Considerando

Los cuarenta y cuatro años y cinco meses
más los catorce días
y algunos otros minutos
y hasta instantes
que llevo experimentando
e incluso investigando
para ponerme a escribir
cada uno de los versos
de este poema


Cuando lo termine
podré imputar
con una sencilla regla de tres
a cada verso
su coste irrecuperable
antes de patentarlo
y disfrutar de la justa compensación
por haberte decepcionado sin necesidad
de haber compartido con ninguna mosca

La dulce leche
que me regaló mi madre.


676 días por verso y algunos minutos y hasta instantes

 

 

 

La ciudad del resentimiento social


En verano cuando hace calor, me gusta sentarme bajo un árbol, al fresco.

Multitudes domingueras se acercan a la playa para el ritual del sol y el agua. Cientos de bicicletas aparcadas frente al paseo marítimo esperan a sus dueños que se enfrentan al día festivo playero.

Decenas de motos mal aparcadas inundan las aceras como una marea viva triunfante.

Símbolos de progreso, movilidad y libertad se mezclan con los arboles cultivados y trasplantados , con farolas, bancos, papeleras, coches, setos...


El mar huele a madera recién cortada

Agosto paso como un suspiro

Tenderos y porteras bostezando...


18/2/07

Cuando dios estaba tuerto

Yo nací antes que tú,

Cuando dios estaba tuerto

y no cabía ninguna redondez

en el orden llano de las cosas.

Llegó luego un momento

en que había tantas cosas,

que no le cabían a dios

en un solo ojo.

Y comenzó dios a hermanarlas

con su otro ojo.

Pero yo había nacido antes,

cuando dios estaba tuerto.

Y por eso te digo, madre,

que nunca seremos hermanos.

                                           


                                               

                                              

HAZ LO QUE SEA PARA QUE NO PAREZCA AMOR

Haz que no parezca amor.
Que es lo que se lleva ahora.
Duelen tantas tripas en nombre de la libertad.


Tú dices libre y yo digo cobarde.
Cobarde todo aquel que no es capaz de comprometerse con el instante.
Cobarde todo aquel que no esté presente cuando el otro está desnudo y vulnerable.
Cobarde todo aquel que puso un límite desde el principio.


Yo es que no quiero nada serio.
Como si no fuera lo suficientemente serio estar dentro físicamente de otro ser humano.
Yo es que no creo en las etiquetas.
Como si ponerle nombre a las cosas fuera algo malo.
Yo es que busco pasar el rato.
Como si la vida fuera para siempre.


Hay algo tan neurótico en nuestra manera actual de relacionarnos.
Tan irrespetuoso con la vida. Tan impaciente.
Y queremos más: más picante, más gorda, más grandes, más altos, más guapas, más fuertes, más delgadas.
Nos aburrimos de no soportarnos a nosotros mismos.
Porque no queremos que nadie nos conozca.
Porque es más sencillo empezar de nuevo cada poco vendiendo nuestra mejor cara.
Porque es mucho más sencillo follar que limpiar lo follado.
Porque tenemos miedo a que en el fondo seamos un auténtico fraude.
A que cuando el otro arañe un poco vea que no hay nada.
Nada serio.


Y aquí seguimos rascando, cambiando cromos repetidos, poniéndonos ropa interior cara para que otros se limpien los pies al entrar.
Haciendo del Amor una servidumbre de paso.
¿No sientes a veces que tú vales más que todo eso que haces?
Que tú eres un jodido milagro.
Con tus ojos que todavía pueden ver.
Con tu pies moviéndose para llevarte al lugar que quieras.
Con tu boca capaz de dar las gracias.
Con tu piel ocupando una plaza en el mundo.
¿No sientes a veces que tú te mereces más que lo poco que te dan?
Dos besos mal pegados.
Tres minutos entre las piernas.
Cinco embestidas.
Y un WhatsApp: No me agobies.


Lo más triste es que esta sociedad ha conseguido invertir los papeles.
Ahora si dices que sientes algo, estás loco.
Es muy pronto. Muy arriesgado. Poco inteligente.
Dime tú, cómo lo haces para no sentir algo cuando lo haces.
¿Cómo se finge la vida?
Cómo se hace para que nunca parezca Amor.
Y que simplemente parezca un accidente.


6/2/07

La escritura de M.

Ella me dijo
-Cara de gato, ojo de toro, momento perfecto, pelo nuevo. ¿Ves este juego?
¿Cómo lo ves?
-Lo veo como ganar o perder.
- ¿El que pierde es el peor o solo es el que pierde?
-El que pierde es el que pierde pero esto es solo un juego.
-¿Serias capaz de ir a ganar?
-Creo que me aburriría
-¿Existe algún juego capaz de entretener siempre? y ¿donde llega el limite del juego?
-Vamos a jugar y veamos hasta donde somos capaces de llegar.
 
Empezaremos por lo de siempre, una sonrisa, una apertura y una enlazada. 
 
                                                    


Desde los tiempos de la hucha para los chinitos, hasta el actual O, 7% han pasado muchos días y el ascenso de una emergente burocracia es imparable. Antes, el dinero de la hucha lo administraban unos curas locos en el culo del mundo. Ahora, la pasta que se maneja es más gansa...

Hoy en día hay negociados de ayuda humanitaria en todos los países ricos, donde se colocan funcionarios “con inquietudes”. Como los de la O.N.U. no pueden resolver los problemas derivados de su administración, se duplica y triplica el número de gestores humanitarios del planeta para que jueguen a la pelota con el dolor humano.

Esto que parece malo, es en el fondo una gran mejora, de alta rentabilidad humanitaria y desvía la atención de la sinrazón de nuestra vida. A fin de cuentas, los que sufren de verdad son ellos viene a decir la moraleja del cuento. Y mientras todos seguimos dormitando, con el global espectáculo circense, hoy actúan los payasos sin fronteras (con perdón).

 

 

Mucho antes de eso yo era de :

 

Verano. Agosto. Declinaba el día

 manchando el cielo de vapores rojos,

y volvían, pisando los rastrojos,

dos niños -ella y él- a la alquería.

Ella callaba. El chiquitín decía:

-Yo era un soldado y cuanto ven tus ojos

no eran parvas de trigo; eran despojos

de una batalla en la que yo vencía.

-Pero, ¿y yo?

 

-¡Calla, espera! Ebrio de gloria

yo volvía, después de la victoria,

y a ti, que eras la reina, te buscaba.

-No, no; la reina es poca cosa… Yo era

-dice la chiquitina- una enfermera,

y tú estabas herido, y te curaba…

 

Eduardo Marquina